“…y en el centro de mi pecho la República Argentina”

Quizás usted conozca la historia de cómo nace de la frase “en el cielo las estrellas, en el campo las espinas, y en el centro de mi pecho la Republica Argentina”. Pero quizás valga la pena que le recordemos que esta muy popular cuarteta no pertenece a ningún nacional sino a José Piñeiro.

El pequeño “pepe” con apenas 14 años, decidió partir de su España natal hacia Argentina en busca de su padre que trabajaba por estas tierras, motivado por el hecho de que, en su escuela en San Xurxo de Sacos, una aldea del municipio de Cotobade, en Pontevedra tenía inconvenientes. El galleguito era muy inteligente, pero tenía problemas en el colegio, donde los curas le imponían una disciplina que a él le parecía insoportable. Para colmo, su mamá hacía causa común con los sacerdotes y amenazaba con dejarlo internado como pupilo.

Ya en nuestro país y luego de viajar como polizón de un barco, se entera de la terrible noticia de que su padre había muerto, en un altercado con un albañil. De ese modo comienza su historia como inmigrante en nuestro país, donde tuvo una historia de aventuras, de desafíos y trabajos de los más variados.

Gastaba la mayor parte de lo que ganaba en comprar papel, tinta y plumas para mejorar su caligrafía… Y además desarrolló una gran habilidad para el dibujo técnico. Y ya entonces leía incansablemente.

A la edad de 31 años ingresa al mundo de las comunicaciones, incorporándose al periódico “El despertar gallego”. Muy pronto se ingresaría a las grandes revistas de la época. Escribió en Caras y Caretas, publicó en Fray Mocho, colaboró en PBT.

Pero volviendo a la historia del soneto, este su obra cumbre la había escrito casi diez años antes. Aunque nadie lo sabía. Cuando ya hacía 8 años que el galleguito polizón estaba en Buenos Aires, fue a visitar a su prima Generosa Piñeiro, que vivía en la localidad de La Paz, en la provincia de Entre Ríos. Era 1901 y José Piñeiro tenía 22 años. Su prima tenía una hija que se llamaba Carmencita, que acababa de cumplir 4 años.

Era una nena muy despierta y si bien todavía no iba al colegio, era la mascota de la Escuela No. 1 José de San Martín. Justamente por eso, las maestras -que estaban preparando el festejo del 25 de mayo- le habían pedido a Generosa que Carmencita participase de la fiesta y dijera algún verso. Nada mejor que rescatar de los archivos cómo contó el episodio el propio José:

Por entonces yo intentaba ser poeta y amaba los clásicos, sobre todo a Lope de Vega…también sentía mucho cariño por la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer… Y mi prima me pidió que le escribiese un versito a la nena, para que lo dijese en la fiesta de la escuela, que era al día siguiente. Tenia que ser algo fácil, porque Carmencita apenas balbuceaba…Entonces se me ocurrió: “En el cielo las estrellas, en el campo las espinas, y en medio de mi pecho la República Argentina”.

El día siguiente amaneció frío y con neblinas. Muy temprano y abrigados, la nena, sus padres y el tío salieron para la escuela. A las 8 en punto comenzó la ceremonia, con el izamiento de la bandera y la ejecución del Himno. Hubo un par de discursos y llegó el turno de Carmencita. Con la gracia propia de su corta edad, dijo la cuarteta de corrido. Y su ingenuo énfasis patriótico recibió el premio de un prolongado aplauso. Muchos años después, aquella nena convertida en la docente Carmen Dopazo de Giménez sería maestra y directora de esa misma escuela en la que recitó la famosa poesía.

Yo no sé, nunca lo supe, que pensaba él a esa edad… Pero siempre comprobé que él tenía y sentía un amor enorme y una enorme gratitud por la Argentina… A diferencia de otros extranjeros que llegaban al país y que siempre estaban pensando en volver a su lugar de origen, a su terruño… A él no le importaba nada, él estaba feliz en la Argentina…estaba enamorado de la Argentina … Nunca volvió a España… Este gallego todo el tiempo amó a la Argentina y se sintió agradecido y abrazado por la Argentina…diría año después uno de sus descendientes.

Casi como un lírico testamento, antes de morir en Mar del Plata en 1967, a los 88 años, José Piñeiro había dicho en una entrevista:

-No me importa morir, pero quisiera llegar por lo menos a los 100 años así los vecinos tienen quién les haga versitos cuando se casan. Por acá no hay ningún poeta, ¿sabe? No es como antes… Ahora la gente habla de los cohetes y de las máquinas, olvidándose de todo lo lindo que tenemos cerca nuestro. Y para recordarlo Dios hizo a los poetas, ¿sabe? Yo no soy importante, pero a los vecinos les gusta que les dedique sonetos cuando hacen alguna fiesta celebrando algo. Soy el poeta del barrio, ¿no es lindo eso?

 

Comentarios

Comentar artículo