La mayoría de la comunidad celebra con devoción y verdadero sentimiento festivo el nacimiento del niño Jesús. La tradición nos cuenta y nos enseña el recorrido de María y José hasta el pesebre, donde rodeado de austeridad, el niño nacería para dividir la historia del mundo.
Esa historia y esa tradición hoy pareciera ocupar un segundo lugar por la irrupción de un señor vestido de rojo y con una tupida barba. ¿Pero quién es este personaje? Pues se dice que “la inmigración holandesa que fundo la actual Nueva York, llevó sus costumbres entre las cuales se contaba la fiesta de San Nicolas, la Sinterklaas. A comienzo del siglo XIX en el relato satírico “Historia de Nueva York”, se deformo el nombre del santo y se lo transforma en Santa Claus (en rigor una deformación del alemán Sankt Nikolaus)”.
“En 1823, el poeta Clement Clarke Moore toma este personaje y le incorpora el trineo tirado por ocho renos que lo lleva por el mundo la noche de navidad a dejar regalos. Pero seria Thomas Nast quien le daría su fisonomía de persona obesa y barbuda en la revista Harper`s Weekly, en el año 1863”.
“En el año 1931 la marca Coca Cola le encargo al dibujante Haddon Sunnblom su campaña publicitaria. Fue a partir de entonces que se universalizó la imagen del Papa Noel tal como se la conoce hoy. Esta, es una figura surgida de Estados Unidos y exportada al resto del mundo, que mercantiliza el sentido religioso de la navidad. En varios países de Europa aseguran que corresponde poner en primer plano al Niño Jesús: es un hecho que, en la liturgia cristiana, Santa Claus, ni siquiera forma parte del pesebre, como si los Reyes Magos”.