LA MENTIRA COMO METODOLOGÍA
La mentira tiene patas cortas, nos sabían decir nuestros mayores. Nos querían significar que la verdad siempre aflora. Todo, tarde o temprano, termina sabiéndose. Es imposible tapar el sol con la mano. Cual castillo de arena desmoronándose el tiempo se encarga de la caída de la mentira.
Esto lo sabemos todos. Es difícil erradicar la mentira en las relaciones humanas. Diríamos que es casi imposible. Mucho, pero mucho más difícil, es hacerlo en el ámbito de los pueblos. Sobre todo, en este tiempo en el que las redes sociales permiten que la cobardía se convierta en anonimato. Lo único que nos podemos permitir es mirar todo con ojo crítico. Dudar, siempre de lo que escuchamos, de lo que nos cuentan en secreto, y de lo que recibimos en nuestros celulares. Es el gran desafío de este tiempo, estar atentos, que no nos vendan gato por liebre, pero mucho más importante, que no nos hagan cómplice de lo que no queremos.
Por qué planteamos este tema. Por que entendemos que la mentira es repudiable siempre, pero mucho mas cuando se hace de ella la metodología diaria. Los habitantes de La Madrid sufrimos mucho por este tema, por las mentiras que se dijeron, se dicen y se siguen pretendiendo mostrar como verdades. No se pueden construir proyectos colectivos sobre cimientos de mentiras. Muchos menos sociedades justas y con posibilidades de crecimiento.
¿Saben qué? Aquí en La Madrid nos conocemos todos. “Se conocemo todos” como decimos de manera inapelable y con caris de sentencia popular. Por lo tanto, podemos hacer el primer análisis diciendo simplemente que tenemos que tomar las cosas como de quienes vienen.
De manera sincera entre usted amigo lector y este editorial. ¿Usted cree que los empleados públicos de nuestra localidad que tienen licencia por enfermedad en sus trabajos están realmente enfermos? ¿Usted realmente creyó que la “infomentira” que aparecían en Facebook donde se decía que grupos políticos habían limpiado las escuelas representaban la verdad? Usted sabe que no.
La mentira siempre es repudiable, pero hay algunas que realmente son crueles y hasta indignantes. No solo por lo representan en si misma sino por las consecuencias que causan. Alguien en su sano juicio considera que es posible controlar el clima. Vieja pretensión del hombre desde la prehistoria. Inutil su cometido. Ahora, intentar hacer aparecer esta mentira como la verdad revelada realmente nos pone ante la disyuntiva de pensar si nos están tomando el pelo.
No hace muchos días los madrileños tuvimos una nueva muestra de quienes usan la mentira como estrategia y metodología. Se sentenciaba que el vice gobernador Osvaldo Jaldo había entregado un informe a la Comuna local donde se afirmaba que nuestro pueblo sufriría otra catástrofe similar a la del año 2017. Esta mentira no solo es muy cruel por serlo, sino por el efecto devastador que causo en muchos de nuestros habitantes.
¿Pero deberíamos preguntarnos alguien vio copia del mencionado informe? ¿Alguien tuvo acceso a dicha información? ¿Alguien puede pensar que el Gobierno de la provincia cumple con su función entregando un informe a la Comuna y no adoptando medidas? ¿Hay algún organismo técnico que pueda afirmar categóricamente la ocurrencia de una catástrofe climática?
Esta metodología basada en la mentira beneficia a alguien o tiene como objetivo limar políticamente a alguien. Lo que si podemos afirmar en este editorial es que nada es aséptico. Nada es inocente. Todos sabemos cual era el objetivo. Volvemos a afirmar aquí “Se conocemo todos” en La Madrid.
¿Esta usina de producción de mentiras y divisiones entre los habitantes de La Madrid tiene una intencionalidad política? Usted tiene la respuesta. ¿Usted cree que los que alimentan esta usina de mentiras son los mismos que pedían la intervención de la comuna con motivo de la catástrofe climática? Usted tiene la respuesta.
Desde esta editorial no tenemos la respuesta. Seriamos mentirosos si afirmáramos tal cosa, solo vamos a decir de nuevo “En La Madrid se conocemo todo”.